Crisis, crisis, crisis. Hoy se viven tiempos inéditos para una generación que ya se había acostumbrado a los tiempos de bonanza. El alcance y profundidad de la crisis económica mundial se hace latente en todos los ámbitos de negocios, de gobierno y personales. A pesar de que a México la crisis "lo agarro bien parado", los estragos están cobrando víctimas en todos los sectores.
No todo está perdido
En medio de todo este entorno existen grandes oportunidades para aquellas empresas que han sabido cuidar la relación con sus clientes o que están dispuestos a hacer un esfuerzo adicional en este momento. Veamos un ejemplo hipotético de esto, dos emisores de tarjeta de crédito, ambos y sus productos son iguales: misma aceptación, tasa (CAT), línea de crédito, cuotas e inclusive, mismo diseño de la tarjeta. Sin embargo, el primero, el emisor A, invierte la mayor parte de su presupuesto en publicidad y adquisición masiva de nuevos clientes, y la menor parte en dar ofertas de descuento a sus clientes actuales.
Mientras tanto el emisor B invierte la mayor parte de su presupuesto en un programa de lealtad con comunicación, educación y beneficios para sus clientes actuales y la menor parte de su publicidad y adquisición enfocada y segmentada de clientes.
Ahora que ha llegado la crisis, ¿A cuál de los dos emisores crees que le vaya mejor?
Lo más probable es que el emisor A se encontrará con que, a lo largo de los años recientes, ha acumulado un mayor número de clientes que el emisor B. ¡Excelente! El emisor A ha logrado una importante penetración de mercado, y con ello, más clientes que el B, con quienes sustentar este periodo de crisis. ¿Qué calidad de clientes tiene? ¿Cuál es el consumo promedio de esos clientes? Y más importante aún, ¿Qué tipo de relación tiene con ellos? ¿Cuál es el nivel de deserción promedio o nivel de lealtad que tienen sus tarjetahabientes?
Mientras que el emisor A dedicó su tiempo gasto a llenar su portafolio con clientela, el emisor B ocupó su dedicación e inversión a identificar, conocer y desarrollar una estrecha relación con aquélla -aún con los más riesgosos- y a asegurarse de que sus clientes vieran en su producto más que una tarjeta de crédito, una herramienta para la administración responsable de su gasto.
Cn ello logró el emisor B logró menos clientela que el A, pero logró clientes con un mejor historial de pago, con un consumo promedio mayor, clientes a los que tiene plenamente identificados gracias a su baja diserción, y los que le demuestran un alto nivel de lealtad.
Si la lealtad es importante en todo momento, su relevancia y los beneficios que se logran con la misma, crecen exponencialmente en tiempos de crisis.
lunes, 11 de mayo de 2009
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